HISTORIA DEL CICLISMO XXV

En el transcurso de una carrera por etapas se reconocen distintos momentos y pruebas. En las etapas contrareloj los corredores salen de uno en uno, con intervalos de tiempo variables, en función de cada tipo de competición, y en las que se mide el tiempo que se tarda en recorrer un trazado predeterminado. Las pruebas contrareloj pueden ser individuales o por equipos. En el primer caso computa el tiempo de cada corredor en su cuenta particular; en el segundo, el tiempo del equipo lo marca el tiempo del quinto corredor que atraviesa la meta. Si en vez de, un terreno preferentemente llano, la contrareloj se efectúa en una subida a un puerto de montaña, la prueba se denomina crono-escalada. Las etapas más esperadas por los aficionados son las de montaña, muchas veces calificadas como de media montaña (si no incluye grandes cimas, pero sí, frecuentes desniveles y repechos) o de alta montaña (si supone el paso por altas cotas). En las distintas pruebas, los puertos de montaña suelen ser clasificados en una gradación que va desde los de cuarta categoría (pequeñas tachuelas) hasta los de categoría especial, los grandes colosos orográficos: Alpe d'Huez en el Tour, el Mortirolo en el Giro y los Lagos de Covadonga en la Vuelta a España. El descenso de esos mismos puertos, durante el que se alcanzan velocidades superiores a los 100km/h, requiere un arrojo singular y ha sido testigo de multitud de accidentes, algunos de ellos mortales. Uno de los grandes espectáculos que pueden contemplarse en el transcurso de una carrera son las escapadas, en las que uno o varios corredores aumentan su velocidad en un rápido y frenético cambio de ritmo con el fin de alejarse lo más posible del pelotón. El "Sprint" es otra de las circunstancias supremas del ciclismo en carretera. Esa aceleración final, tras muchos kilómetros de etapa, se produce cuando los corredores llegan agrupados en pelotón a la meta.

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